Silencios Estereofónicos

¡El barrio sueña y suena a punk rock!

Silencios Estereofónicos

Félix Morriña

¡En La Misión! me acompaña la música de la banda española Eskorbuto.

Siento que ha pasado mucho, pero mucho tiempo que regresé a la casa familiar y apenas se cumplirá un mes que empecé el peregrinar al origen para terminar misión encomendada por el destino en vida, presencial, para saberse de qué está hecho uno más allá del ADN, sino de la salud mental y espiritual que se pueda gozar a cabalidad con los nuestros, con los progenitores y el resto de la tribu, la sangre, la casta, la familia, la casa.

Siento que hace mucho arribé a casa con la mudanza (¡La danza de la vaca “Mu”!) de lo que resta de mi existencia, y apenas tiene una semana. Siento que he vivido mucho de prisa en tan poco tiempo. Siento que aprovecho mucho más el tiempo espacio en el que ahora me desarrollo. No me siento fuera de órbita, sólo en el proceso de (re) adaptación como antaño, en el que viajaba ligero, sólo con lo necesario para crear, ser y estar.

Metepec no dejará de ser mi casa de adopción y de creación, será diferente la situación de espacio hogar ahora, porque la mitad de mi existencia está fincada en el #pueblomagico. Allá, en el Valle de Toluca, en el Valle Matlatzinca está mi vida hecha: amores, amigos, familia, trabajo, contactos, conexiones y demás. El barrio Barrientos; Cd. Labor (Pavor); Buenavista parte alta y parte baja; la Benito Juárez y El Tesoro de Tultitlán, Estado de México, son las colonias de origen, mismas que acogen a los suyos de lenta manera, a su ritmo, bajo sus propias condiciones y reglas, mismas que se han transformado en cinco lustros, y yo debo, acotar líneas en el horizonte.

Los #Senecpunks compañeros de #inflancia etílico musical, como el famoso #doguin líder de la #banderarojapunkmexico Bandera Roja Punk’s de barrio , ayudan a conectar poco a poco con el entorno que me formó. De igual manera, se agradecen las atenciones del baterista de esta misma banda punk rock clásica, el militar retirado y motociclista, como buen camarada, el singular personaje tatuado hasta el rostro, Renato Zaragoza, quien hizo recordarme gratos momentos en el Ejército mexicano, en la época del general y secretario de la Defensa Nacional en el gobierno del presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), Juan Arévalo Gardoqui (1921-2000), a quien tuve oportunidad de servir en mi proceso formativo de la férrea disciplina institucional.

Caras conocidas con las huellas de las batallas ganadas en el tiempo en sus rostros, van apareciendo frente mío, para indicarme que el barrio se convirtió en zona marginal de gente de la tercera edad en condiciones difíciles y precarias, e incluso, infrahumanas. Las nuevas generaciones traen su propia ley bajo el brazo y en sus cabezas rondan ideas ajenas al contexto histórico que nos toca vivir para resolver la grave problemática creciente de la inseguridad día tras día, sin que se le vea luz al final del túnel a una posible solución.

Estando en el salvaje barrio tocó enterarme de la muerte, a los 79 años, del escritor, periodista, dramaturgo, ensayista y guionista mexicano José Agustín Ramírez Gómez (1944-2024), cuya vasta obra representa a cabalidad el sentir de la gente que ahora me rodea en el barrio familiar con La Literatura de la Onda. De entre tanta obra destacan las novelas “La tumba” (1964), “De perfil” (1966), “Se está haciendo tarde (final en laguna)” (1973); “Ciudades desiertas” (1982); en cuento el compendio de “Cuentos completos” (2001); en ensayo, crónica y periodismo “La nueva música clásica” (1969); los tres tomos de la “Tragicomedia mexicana” y “La contracultura en México: La historia y el significado de los rebeldes sin causa, los jipitecas, los punks y las bandas” (1986), entre otros libros de gran interés.

Grises calles desgastadas, donde pasan rostros de infelicidad y amarga aceptación, como peculiares personajes que muestran la cara amable del barrio y te hacen el día con la sana ocurrencia del momento, durante las compras diarias. Nada como el jardín familiar, el jardín secreto recién regado, ese olor de la infancia que es destino que te permite la terapia de la sanación interna, la faltante para cerrar ciclos de vida. Colibrí verde negro y una abeja master vagan a temprana hora por el jardín tras regarlo y disfrutar del paseo, así como escandalosos pájaros que discuten la rama y provocan a las parlanchinas palomas enjauladas que son la conexión primigenia de mis progenitores.

Foto cortesía

No hay fondo musical más acorde que el disco “Antitodo” (Discos Suicidas, 1986) de la banda española Eskorbuto para acompañar la presente escritura, para homenajear a todos aquellos que han hecho algo por mi familia en mi ausencia, desde familiares muy cercanos como la familia Galindo Méndez, primos nuestros de sangre, hasta los camaradas asistentes laborales de la misma familia; como todos aquellos amigos de infancia, que sin obligación alguna, han hecho, y siguen haciéndolo, apoyarnos de muchas maneras.

Decidí esa banda española porque me he identificado con ella desde que salí del salvaje barrio interbarrial hace 25 años; porque en #metepunk es y será mi bandera, y porque al llegar aquí de nuevo y me dejaron poner música, puse a Eskorbuto para que cinco integrantes de la banda vecina con la que crecí, bailaran como aprendí hacerlo en camadería con el slam punketón. Observé a prudente distancia, porque mi condición fisiológica no me permite tremenda violenta terapia grupal corpórea, pero sentí el vibrato e intensidad del barrio.

Siento no haberles mencionado y escrito antes, pero aún faltan muchas monedas por caer en este vintage teléfono con Línea Roja directa con el pasado. Siento no haberles dado el crédito merecido a todas las personas que me han ayudado en este intenso proceso de transición, en especial, el poderoso lado femenino que me acompaña para no claudicar y los amigos verdaderos, esos que saben que no son necesarios mencionar en estas líneas como listado de compras de mercado, porque basta con dedicarles todo el tiempo mis textos desde siempre.

Sin cada uno de ustedes, no podría contarles lo que ahora el destino, la vida me puso frente mío. Agradezco de infinita manera a todas y cada una de las personas que sin ser mencionadas están ahí detrás esperando se concrete el despegue hacia el merecido éxito para todos nosotros, ¡que ya nos toca! Busco espacio económico para habitar con las condiciones mínimas para vivir y crear. No necesito más por ahora en el Valle de Toluca. El resto está por seguirse escribiendo. ¡Amén!

Su #ServibaryAmigo #DandyperoPunk #ElCinicoMayor Félix Morriña, les recuerda: ¡Nos buscamos, nos vemos, nos escuchamos, nos entendemos!

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