Redacción
La Arena CDMX se convirtió en un santuario del rock: más de 1,200 músicos tocando al unísono clásicos de Caifanes, Fobia, La Lupita, CODA y más, en un estruendo épico que unió a niños, jóvenes, papás rockeros ochenteros y hasta abuelos con chamarra de cuero.
El ensamble gigante de guitarras, bajos, baterías y voces —incluyendo 230 talentos menores de edad— convirtió cada canción en un himno que se sentía en los huesos.
Los homenajes a Xava Drago, Ozzy Osbourne y Ace Frehley encendieron el corazón del público, junto a invitados legendarios como Alex Lora, David Ellefson y Kenny Ávilés, que elevaron la energía a lo estratosférico.
Entre luces descomunales, sonido impecable (¡ecualizar 300 guitarras no es cualquier cosa!) y miles de gargantas gritando “La Célula que Explota”, la noche se volvió histórica. Rockland no es un concierto: es una comunidad, una celebración y un legado vivo.
Duró poco… pero lo suficiente para dejar adrenalina para días.
Calificación: 9.5/10. Tradición anual, evento obligatorio.
¡Larga vida al rock y que venga Rockland
