Redacción
La noche del 1 de noviembre, Toluca no sólo celebró la tradición del Alfeñique: celebró la eternidad de la música.
La explanada del Mercado Juárez se transformó en un mar de luces, voces y recuerdos cuando Amanda Miguel apareció entre aplausos, envuelta en una energía que sólo puede venir de quien ha cantado toda una vida con el alma.
Su voz —esa mezcla de fuerza y ternura, de reclamo y esperanza— recorrió el aire frío de noviembre con canciones que forman parte de la memoria colectiva: “Él me mintió”, “Castillos”, “Hagamos un trato”, «Mi buen corazón», entreotros éxitos que se sumaron a algunas piezas inéditas de su trayectoria, incluso interpretó en inglés.
Cada verso fue una caricia al pasado y una promesa al presente; cada acorde, un puente entre generaciones que corearon juntas como si el tiempo se detuviera por un instante.
Más de 40 mil asistentes acompañaron este cierre monumental del Feria y Festival Cultural Alfeñique 2025, una velada que no sólo honró la trayectoria de 45 años de Amanda Miguel, sino también el espíritu solidario de una ciudad que canta con el corazón abierto: los conciertos con causa reunieron víveres para apoyar a familias damnificadas.
Y mientras su última nota se elevaba sobre Toluca, la ciudad seguía viva más allá del escenario, dejando claro que la cultura puede descentralizarse y que los buenos espectáculos pueden reunir a miles de familias para disfrutar de la música, los recuerdos y las tradiciones.
Catrineando, celebración de vida y muerte
Al mismo tiempo que Amanda Miguel tejía la noche en Toluca con su voz, por las calles del centro de la capital mexiquense, más de 90 mil catrinas y catrines desfilaban entre flores de cempasúchil, sonrisas y lágrimas dulces, recordando a quienes se fueron y celebrando que seguimos aquí, danzando entre la memoria y la vida.
Esa noche, Toluca fue canción, fue altar, fue abrazo. Y en medio de todo, la voz de Amanda Miguel quedó suspendida, como un eco dorado que todavía recorre el aire de la capital mexiquense.
